¿Para qué sirve el ajedrez en educación?
Leontxo García
¿Para qué sirve el ajedrez en educación?
Leontxo García
Ajedrecista y comunicador
Creando oportunidades
El ajedrez es el mejor gimnasio para la mente
Leontxo García Ajedrecista y comunicador
Leontxo García
“Lo más emocionante del ajedrez es su enorme valor como herramienta educativa”. Así lo afirma Leontxo García, periodista especializado en ajedrez desde hace más de 30 años. Ajedrecista de competición desde los 14, todo indicaba que se dedicaría profesionalmente
a este deporte. En 1983 su carrera dio un giro definitivo cuando el diario vasco ‘Deia’ le propuso cubrir un histórico duelo en Londres: el de los ajedrecistas rusos Gari Kaspárov y Víktor Korchnói, en pleno fin de la Guerra Fría. Así descubrió su vocación periodística y desde entonces ha consagrado su vida a la divulgación del ajedrez como corresponsal, presentador de televisión, redactor y conferenciante en más de una veintena de países. Es autor del libro ‘Ajedrez y Ciencia, pasiones mezcladas’, y en 2011 fue galardonado con la Medalla al Mérito Deportivo. Ante los mitos de que el ajedrez es ‘aburrido’ y ‘solo para gente inteligente’, Leontxo responde contundente: “Hay pocas cosas tan divertidas y que a la vez transmitan tantos valores y habilidades como el ajedrez. No hace falta ningún tipo de inteligencia especial para jugar”. Tras 25 años como colaborador de ‘El País’, en la actualidad es autor de la sección ‘El rincón de los inmortales’, el espacio que este diario dedica al ajedrez. En los últimos años se ha centrado en llevarlo a las aulas como recurso pedagógico. Según afirma, “el ajedrez aporta innumerables habilidades cognitivas a los niños, como el pensamiento autocrítico, el control del primer impulso, la empatía y el pensamiento flexible, entre otras”.
Transcripción
El hecho de que estéis aquí quiere decir que vosotros sois el tipo de gente que puede arreglar el mundo; que esta situación en la que estamos realmente tiene esperanza. Estoy, en realidad, parafraseando a mi amiga y maestra Mar Romera, que en esta misma silla hace uno meses decía: “vamos a arreglar el mundo”. Si vosotros estáis aquí en una tarde de verano donde podríais haber elegido otras muchas maneras de invertir vuestro tiempo en esta tarde, es, básicamente, porque os interesa la educación, y necesitamos mucha gente que piense lo mismo que vosotros, que realmente esté convencida de que hay que hacer lo que sea para mejorar la educación en el mundo.
¿Qué tipo de modelos de comportamiento estamos fomentado para nuestros niños? Es decir, estamos erigiendo como modelos de comportamiento, por ejemplo, a los héroes de la telebasura. Eso es terrible. Estamos haciendo que los niños se fijen, como modelos a imitar, en personas totalmente frívolas, vacías, que no cuentan absolutamente nada interesante, y que, además, lo hacen en hora punta con muchos niños viendo la tele junto a sus padres. O ponemos de modelo de comportamiento a futbolistas que meten los dedos en los ojos del rival o le insultan de la manera más soez o fingen lesiones para engañar al árbitro. Eso es lo que nuestros niños están viendo constantemente y esos son sus ídolos.
¿No deberíamos trabajar todos poniendo cada uno un granito de arena para que los ídolos de comportamiento, los modelos para los niños sean científicos, escritores, trabajadores de una ONG y, por supuesto, maestros? Y, si elegimos deportistas, que sean realmente modélicos. Me estoy acordando, por ejemplo, de Rafa Nadal que, hace unos años, en una entrevista con un compañero mío de El País, a la pregunta de: “¿Tú te sientes importante porque eres muy famoso?”, contestó: “¿Yo? No. ¿Cómo voy a sentirme importante si lo único que sé hacer muy bien es pasar una pelota de un lado de la red al otro? Yo no puedo sentirme muy importante por eso”. Ese el tipo de modelo de comportamiento que necesitamos.
La verdad es que yo soy muy privilegiado. Mi vida es una especie de colección de privilegios, porque tengo la enorme suerte de poder dedicarme profesionalmente a varias cosas que me apasionan, no solo al ajedrez. El ajedrez fue el principio. Empecé a jugar medio en serio hacia el año 1972 o por ahí, pero a través del ajedrez, bastante tiempo después, conocí el periodismo y la comunicación en general, y eso fue maravilloso. A través del ajedrez y del periodismo estoy viajando con mucha frecuencia. Desde el año 1975 he conocido cerca de 100 países, viajo como la mitad del año y sostengo que viajar es la mejor escuela de vida. Y a través de esa combinación de ajedrez, periodismo y viajes conocí la educación y, concretamente, la educación innovadora.
Lo bueno que tiene dedicarse a formar a docentes en el ajedrez educativo es el efecto multiplicador, o en las conferencias que doy yo solo: pues claro, cada uno de los docentes a los que estamos contribuyendo a formar va a formar a su vez en los siguientes a centenares o miles de niños, con lo cual, al multiplicar, salen millones de niños. Y eso es algo realmente muy estimulante para alguien como yo. Y luego, ahora mismo no quiero dejar de citarlo, tengo otro gran privilegio. Estoy dirigiendo un equipo con seis compañeros magníficos que estamos elaborando una obra para la editorial Santillana, que es un libro de texto sobre ajedrez educativo, que creemos, modestia aparte, que va a marcar un antes y un después.
“En el ajedrez, el que pierde es el que más aprende. Y eso es un gran recurso educativo”
¿Cuántas cosas puede haber más importantes en tu vida que contribuir a la buena educación de millones de niños en el mundo? Pues hay muy pocas, ¿no? Por eso recalcaba tanto que qué vosotros estéis aquí hoy significa que hay esperanza, porque vosotros pertenecéis a esa parte de la sociedad que no está anestesiada. En fin, con la casi seguridad de que hay mucha gente como vosotros, afortunadamente, pues me pongo la mano en el corazón para daros las gracias de verdad por estar aquí. Muchas gracias.
En cuanto a la historia del ajedrez, los historiadores no se ponen todavía muy de acuerdo. Los restos arqueológicos proceden del siglo VI más o menos, o sea, tiene más de 1500 años de historia documentada. Se supone que nació más o menos en un país cercano a lo que hoy es la India, de allí pasó a los persas, que sería lo que es hoy Irán, y lo que sabemos con total seguridad, y esto es muy importante, es que los musulmanes lo traen a España aproximadamente hacia el siglo VIII o IX.
Eso es importantísimo, porque, en realidad, no se puede entender la historia del ajedrez sin hablar de España. Cuando los musulmanes lo traen a España, solo jugaban los musulmanes ricos, pero, a lo largo de los siguientes siglos, empiezan a jugar empiezan a jugar los judíos y los cristianos, ricos y pobres. Hasta el punto de que el rey Alfonso X el Sabio, en 1283 escribe un libro de ajedrez. Y ahí, además, desliza una idea interesantísima que es vigente hoy, 800 años más tarde. Dice: “El ajedrez es una magnífica herramienta para la buena convivencia de musulmanes, judíos y cristianos”. Y más importante aún que eso, es que el ajedrez moderno, tal y como lo practicamos hoy, se crea en España hace poco más de 500 años.
Y la principal diferencia entre el ajedrez moderno y el antiguo, o arábigo, es que el ajedrez arábigo no tenía ninguna figura femenina. Los españoles añaden la dama y, además, que es lo realmente esencial, convierten a la dama en la pieza más poderosa del tablero en cuanto a sus movimientos, lo cual le da un enorme dinamismo al juego y revoluciona por completo el juego del ajedrez. Son los españoles, por su poderío político y militar de esa época, quienes llevan el ajedrez a América y a buena parte de lo que hoy entendemos por Europa. Y el primer campeón del mundo oficioso es un cura español, muy cercano al rey Felipe II, que se llamaba Rui López de Segura.
De modo que creo que hay motivos de peso para asegurar o para proponer que España añada a su imagen la del ajedrez, porque además hoy, y esto no lo saben el 95% de los españoles, España es el país del mundo que organiza más torneos internacionales. Desde el año 1988 hay como un centenar de torneos internacionales cada año en España, y es el país más avanzado del mundo en aplicaciones educativas, sociales y terapéuticas del ajedrez, que me imagino que también hablaremos de eso más tarde.
Tres años más tarde ya era campeón de Guipúzcoa absoluto y eso me permite empezar a viajar, que es una de las cosas más importantes y más valiosas, como he dicho antes, que he hecho en mi vida. Y el otro momento esencial que debo contar, porque creo que tiene cierto interés, es cómo descubro que mi verdadera vocación, más que jugar, es comunicar. Mientras era jugador semiprofesional, durante unos diez años, me pidieron que escribiese crónicas de los torneos que jugaba para la revista Jaque, que se hacía en San Sebastián. Y, entonces, yo descubrí allí que me gustaba mucho contar cosas por escrito. Y, en el año 83, por una serie de circunstancias, consigo que el diario Deia, de Euskadi, me nombre enviado especial en las semifinales del campeonato del mundo en Londres Kasparov-Korchnoi y Smirnov-Ribli. Entonces, me acuerdo de que yo iba en el avión de Bilbao a Londres muy preocupado, obsesionado con una idea: “¿Cómo leches voy a conseguir que un lector normal del periódico que está ojeando, llegue a deportes y ve fútbol, fútbol, fútbol y, de repente, ve ajedrez, no pase la página y lea esa crónica?”.
Yo tenía muy claro como no lo iba a conseguir. No lo iba a conseguir hablando de la Defensa Siciliana. Pero, nada más llegar a Londres, me voy al Hotel Park Lane, que era donde se jugaba y donde estaban los séquitos de los dos jugadores: Kasparov y Korchnoi. Y aquí, tengo que aclarar una cosa muy importante porque si no, no entendéis lo que viene ahora. Korchnoi era un, entre comillas, un traidor a la Unión Soviética: era un disidente que se había escapado de la Unión Soviética. Y después de escaparse, se había convertido en subcampeón del mundo y ahora quería ganar a Kasparov, que era el representante de la perestroika, o sea, del espíritu renovador del presidente Gorbachov. Entonces, yo entro en el Hotel Park Lane y empiezo a husmear por los pasillos a ver si pillo algo que me encienda una luz y veo que miembros del séquito de Kasparov están hablando muy amigablemente con miembros del séquito de Korchnoi, y yo sé que eso está estrictamente prohibido en la Unión Soviética y digo: “¡Esto! Esto es lo que estoy buscando”. Entonces, por ejemplo, uno de mis reportajes se titula: “En ajedrez sí hay distensión Este-Oeste”, porque en aquel momento todavía la Guerra Fría no era tan caliente como había sido antes, pero todavía continuaban los ecos. Entonces, ese tipo de crónicas gustaron mucho y, ahí, descubrí cómo podía popularizar el ajedrez o difundirlo, al menos.
Ahora, si la pregunta la cambiamos un poco y decimos: “¿El ajedrez tiene que gustarle a todo el mundo?”. No, evidentemente no. Puede no gustarte. Si te gusta, entonces, lo que yo te garantizo es que no te vas a aburrir durante toda tu vida. Una cosa es el ajedrez deportivo y otra cosa es el ajedrez como herramienta educativa. Puede aburrirte o no interesarte la alta competición, eso es muy normal, pero no conozco ningún caso de un alumno que se aburra en clase cuando su maestro o maestra están utilizando el ajedrez como herramienta educativa, siempre y cuando esos maestros estén bien formados. Es decir, el caso que mejor conozco es el de mi compañera profesional, Lorena García, que utiliza, por ejemplo, piezas de colores o hace que jueguen al ajedrez en un gimnasio y los niños pueden jugar tumbados o pueden jugar sentados o juegan por equipos o por parejas, con juegos combinados con dos tableros a la vez, donde las piezas que se comen de un tablero pasan al otro… Esos niños se están divirtiendo.
Aprovecho para desmontar el otro bulo, ¿no? “Es que el ajedrez es muy complicado, solo para personas muy inteligentes.” Falso de toda falsedad. Es decir, no confundamos a un profesional de la maratón con alguien a quien le gusta correr por la calle o por el campo o por la playa. Los dos corren, sí, pero no tiene nada que ver lo que hacen los dos. El profesional de la maratón tiene que haber nacido con unos genes específicos y tiene que trabajar como una auténtica bestia durante muchos años para conseguir ese nivel de excelencia, igual que un gran maestro de ajedrez. Pero, para disfrutar jugando al ajedrez o para utilizarlo como herramienta educativa no hace falta tener ningún tipo de inteligencia especial. Cualquier tipo de persona de cualquier edad, condición o nivel intelectual puede disfrutar del ajedrez o utilizarlo como herramienta educativa.
Para que esto se entienda un poco mejor: matemáticas. Hay una gran parte de la geometría, del álgebra y de la aritmética que se puede explicar muy bien con el apoyo del ajedrez. Un ejemplo muy concreto que voy a copiar de mi compañero Juan Luís Jaureguiberry, argentino, que probablemente es el mayor experto en el mundo en ajedrez para las matemáticas y tiene libros enteros escritos sobre esto. Probablemente, para todos nosotros los que estamos aquí y para la cantidad de gente que espero que vea este vídeo, cuando pensamos en un rectángulo, lo imaginamos recto. Esto es un rectángulo. Pero, en realidad, eso es una convención totalmente falsa. Lo imaginamos recto porque a nosotros en la escuela siempre nos mostraban los rectángulos rectos, rara vez nos los mostraban inclinados, torcidos. Entonces, resulta que le damos a una niña o a un niño que solo sabe mover las piezas, le damos un alfil y en tres segundos nos construye un rectángulo inclinado, uniendo con cuatro diagonales. Tú, como docente, puedes aprovechar esos tres segundos para enseñar tres cosas muy interesantes. Primera, no busquéis solamente rectángulos derechos porque pueden estar torcidos. Segunda, por extensión, muchas figuras geométricas pueden estar torcidas, no tienen por qué estar derechas. Y, tercera, la más importante, tú no eres el centro del mundo y todo tiene que adaptarse a ti, sino eres tú el que tiene que adaptarse a cómo son las cosas en la realidad. Entonces, si tienes que ponerte así para comprender que esto es un rectángulo, no esperes a que se ponga derecho para afirmar que es un rectángulo.
Por tanto, tener un pensamiento flexible es esencial. Ya no basta con pensar, ahora hay que aprender a pensar de manera flexible. Y, ahí, el ajedrez funciona muy bien porque si yo juego una partida contigo, Andrés, y, durante esa partida, hay varios momentos en los que una sola jugada tuya o mía nos va a obligar a cambiar la evaluación de todo el tablero. Y eso, además, lo tenemos que hacer rápido porque el reloj está en marcha. Yo no puedo decir: “Ah, bueno, ahora como ha cambiado mucho el tablero, voy a pensar una hora mi próxima jugada”. No puedo hacer eso, tengo que tomar decisiones rápidas. Pero dado que hablamos de valores… Cómo aplicar el ajedrez en Infantil para transmitir valores a niños de dos a cinco años. Yo sé que, cuando digo esto, la gente pone unas caras como diciendo: “Este Leontxo está tan apasionado por el ajedrez que ahora pretende que niños de dos años jueguen partidas de ajedrez”. No, no, no, no. No estoy loco, creo que no estoy loco y no pretendo eso. Pero el ajedrez es una herramienta magnífica para transmitir los valores apropiados a esa edad.
Ahora os invito a viajar a Colombia, a Bogotá, y allí estamos en los centros de… Allí se llama preescolar, o sea, de Infantil, de Adriana Salazar que está aplicando las teorías de educación innovadora de la Universidad de Harvard al ajedrez. Entonces, una cuestión esencial es el tablero gigante en el suelo. Entonces, los niños son invitados a jugar, a corretear por el tablero. Cuando ya se han acostumbrado, ponemos una música en los altavoces, muy pegadiza, muy agradable y, cuando se han acostumbrado los niños a la música, añadimos una letra que enseña a mover los peones. Y, cuando ya se han acostumbrado a todo eso y se aprenden la letra de cómo se mueven los peones, Adriana va donde una niña. ¿Tú cómo te llamas, perdona?, ¿Ana? Pues, Ana, tienes tres años, ¿vale? Esa es la suerte que tienes, ahora de pronto has vuelto a tener tres añitos. Entonces, le dice a Ana: “Ana, tú eres un peón y, como eres muy valiente, nunca vas hacia atrás, solamente vas hacia delante. Y vas hacia delante solamente por tu columna, no puedes irte ni a esa, ni a aquella, solo por esta columna. Y una cosa más: te vas a divertir mucho, lo vas a pasar muy bien, pero no puedes mover siempre que te dé la gana, solo puedes mover cuando te toca y, entonces, tienes que esperar respuesta, a que tu compañero responda y, solo entonces, puedes volver a jugar”. Ana lo que tiene que pensar es que está jugando, eso es lo único que nos interesa que piensen. Pero, en realidad, lo que estamos haciendo con Ana y con todos sus compañeros en esa clase, en esa aula, es transmitir valores importantísimos a esa edad.
Por ejemplo: lateralidad, psicomotricidad, memoria, atención, concentración, geometría elemental, diagonal, horizontal, vertical, pensamiento lógico elemental, respeto por las normas, respeto por los compañeros; que no se me olvide, control del primer impulso, eso es importantísimo. Cuando en mis conferencias yo llego a este punto, a veces, he llegado a tener a 1500 docentes, todos profesionales de la docencia y muchos de ellos especializados en la edad infantil, yo me tiro a la piscina y les digo: “A ver, ¿alguno de ustedes conoce otra herramienta pedagógica, aparte de la música, que en este caso ya está integrada en lo que acabo de explicar, que pueda ser tan lúdica, tan divertida y tan eficaz para transmitir tantos valores en tan poco tiempo?”. Y, hasta ahora, nadie me ha dicho: “Yo”. Si los niños, al pasar de infantil a primaria, ya están acostumbrados al ajedrez educativo, va a ser mucho más fácil para los docentes de primaria utilizarlo de forma transversal o interdisciplinar en cualquier área. Espero que el realizador me perdone por esta ruptura del protocolo.
“El ajedrez es el mejor gimnasio para la mente”
Yo no sabía cómo explicar ese misterio, hasta que leí dos libros. Para escribir el mío me documenté en dos libros de una psiquiatra estadounidense que se apellida, se escribe Brizendine, Louann Brizendine, con “z”. Un libro se titula El cerebro masculino y el otro se titula El cerebro femenino. Y ella apunta una idea interesante, dice: “Al llegar la pubertad, el cerebro de los niños se llena de testosterona y eso los hace muy competitivos”. Para muchos niños de esa edad, ser los mejores en algo es muy importante. La mayoría de las niñas a esa edad, no tienen especial interés en ser las mejores en algo, a esa edad. Más bien les interesa ampliar sus redes sociales, hacer amigos, conocer gente, etc. Es verdad, también, que, si damos un salto de seis años hacia delante y saltamos a la edad universitaria, entonces, sí vamos a encontrar muchas mujeres muy competitivas, sí. Pero como estamos hablando ahora de ajedrez de alta competición, lo que tú no aprendes entre los 12 y los 18 años, lo has perdido para siempre, no vas a recuperarlo nunca. Eso podría ayudarnos a entender algo.
Pero, entonces, nos encontramos con casos que rompen esto por completo. El más claro es el de las famosas hermanas Polgár, húngaras, tres hermanas que nunca fueron al colegio, excepto para los exámenes, porque sus padres, ojo, ambos maestros, o sea, docentes profesionales, decidieron hacer un experimento pedagógico con ellas que tenían ya diseñado desde que eran novios. Además, tuvieron la suerte de tener tres hijas seguidas, sin ningún varón en el medio. Querían demostrar dos cosas: que los genios no nacen genios, sino que se hacen con la educación, con el trabajo, con el entorno, y que las mujeres pueden jugar al ajedrez tan bien o mejor que los hombres. Y los resultados fueron asombrosos. Educaron a sus hijas en casa, con el ajedrez como una asignatura más, al mismo nivel que las matemáticas o la lengua y los resultados son muy asombrosos, tanto desde el punto de vista del ajedrez como desde el punto de vista educativo. Yo no recomiendo a nadie que repita ese experimento porque el riesgo de que salga mal es muy alto. Lo que ocurre es que en este caso se daban circunstancias muy excepcionales y, desde luego, desde el punto de vista del ajedrez, la mayor, Zsuzsa, fue campeona del mundo de mujeres. La mediana, Zsófia, nunca quiso ser profesional, pero hasta los 18 años, ganó a muchos hombres de primera fila en torneos abiertos. Y, la pequeña, Judit Polgár, es la única mujer en la historia que ha estado entre los diez mejores del mundo.
Entonces, la pregunta que surge es, ¿si todas las niñas del mundo hubieran sido educadas en el ajedrez como las hermanas Polgár, seguiríamos teniendo solamente una entre los cien mejores del mundo? Hombre, para contestar a esa pregunta con un rigor científico, no vamos a poder hasta que no sepamos todo lo que nos falta por saber sobre las diferencias entre el cerebro masculino y el femenino. Pero, por pura lógica, yo me atrevo a pronosticar que no, que, en ese caso, el número de mujeres entre los cien mejores del mundo sería mucho mayor porque yo estoy convencido de que la educación pesa mucho más que las hormonas. Las hermanas Polgár también tuvieron pubertad y, sin embargo, no dejaron de jugar y luego fueron tres jugadoras de importancia enorme en la historia del ajedrez.
La clave está, una vez más, en introducir el ajedrez como herramienta educativa de apoyo en infantil porque si las niñas desde los dos o tres años… Por cierto, antes no he dicho que antes de los tres años, a los dos, puedes trabajar conceptos como por ejemplo la seriación y la clasificación, que son muy importantes a esa edad, a través del ajedrez y de una manera muy divertida. Entonces, si las niñas de dos, tres, cuatro, cinco años se acostumbran al ajedrez como algo que está en el aula y con lo que se lo pasan muy bien, entonces, esa etiqueta de masculinidad que todavía existe en esos países, prácticamente, ya la hemos eliminado de cuajo. Entonces, esas niñas cuando lleguen a la adolescencia, a la pubertad, a ese momento en el que decía que un porcentaje muy grande de niñas huye despavorida del ajedrez pues, eso, probablemente, ya no se producirá. Y, bueno, eso, además, contribuiría a cosas derivadas, que son de sentido común pero que no se hacen. Por ejemplo, hay clubes de ajedrez donde el ambiente es muy masculino, en el peor de los sentidos, donde no se atiende a cosas que, generalmente, a las niñas o a las chicas jóvenes o a las adolescentes les importan y, entonces, no se tienen en cuenta. Sería muy importante, por ejemplo, que los clubes de ajedrez los diseñen mujeres. Insisto en la idea de que, para mí, la educación vale más que las hormonas, pesa más que las hormonas y, por tanto, el camino creo que debe ser ese.
Ahora bien, afortunadamente, el ajedrez está creciendo tanto, sobre todo como herramienta educativa, que eso va a dar otras muchas salidas profesionales. Afortunadamente, en España, a partir de lo que yo llamo el milagro del 11 de febrero de 2015. Si hiciéramos una encuesta entre vosotros, saldría por unanimidad. El hecho de que todos los partidos políticos españoles sin excepción alguna se pongan de acuerdo en algo, ¿es un milagro o no? Pues ese día ocurrió el milagro en el Congreso de los Diputados y todos aprobaron apoyar el ajedrez como herramienta educativa, siguiendo una recomendación del Parlamento Europeo de tres años antes. Y desde entonces ya hay seis Comunidades Autónomas (Cataluña, Galicia, Canarias, Andalucía, Aragón y Navarra) que lo han introducido en horario lectivo de forma transversal e interdisciplinar. Por tanto, esto va a crear una serie de puestos de trabajo adicionales. Voy a dibujar un poco cómo veo yo el esquema, porque a veces los monitores de ajedrez ven a las personas que promovemos que el ajedrez lo impartan docentes, maestros de escuela, no ajedrecistas, en horario lectivo, nos ven como enemigos, como si les estuviéramos quitando el pan. Pero esto es justo al revés. Vamos a ver, si el ajedrez ayuda a pensar a medio plazo, vamos a aplicar lo que nos enseña el ajedrez. Si nosotros alfabetizamos en ajedrez al 100% de los niños de un colegio o de todo un territorio utilizándolo de manera transversal e interdisciplinar en horario lectivo, solamente con que el 5% de ese 100% quiera jugar al ajedrez de forma competitiva, el número de alumnos apuntados en las clases extraescolares de ajedrez en ese mismo colegio, o el número de inscritos en el club de ajedrez más cercano o en la federación provincial correspondiente se va a disparar. Y, además, el 95% restante, que probablemente no va a volver a tocar un tablero en su vida, es muy probable que conserve un recuerdo positivo del ajedrez. Por pura estadística, entre ese 95% va a haber futuros alcaldes, directores de periódicos, de mercadotecnia de una empresa, de colegios y, por supuesto, madres y padres de familia que van a estar muy proclives a apoyar, desde su posición en la sociedad, al ajedrez. Entonces, será mucho menos difícil que ahora conseguir patrocinios o apoyo de la prensa o la población en general. Ahí van a surgir muchos puestos de trabajo. Lo importante es que esa gente que quiera ser profesional del ajedrez piense que no tienen que serlo como jugador. Yo diría a esto lo mismo que aplico a mis viajes. Lo importante para un viajero empedernido como yo no es llegar a la meta que te has fijado, es el propio viaje. Si tú te marcas como objetivo ser un gran maestro de ajedrez, pero luego no consigues serlo, durante el camino habrás aprendido mucho.
Pero lo interesante es saber que el ajedrez ha sido y sigue siendo un campo de experimentación de la inteligencia artificial. Los padres de la informática, Alan Turing y Claude Shannon, a finales de los años 40 del siglo pasado, se dan cuenta de eso. Antes de inventar la primera computadora, o de crearla, ya tenían claro que el ajedrez iba a ser el campo de experimentación más importante, porque se dan cuenta de que para la mente humana el ajedrez es infinito. El número de partidas distintas que se pueden jugar en un tablero, os recomiendo que os agarréis bien a la silla porque si no os vais a caer, es mayor que el número de átomos que hay en el universo entero conocido.
El número de átomos es un uno seguido de ochenta ceros, y el número de partidas distintas que pueden jugarse en ajedrez es un uno seguido de ciento veintitrés 0. Para nosotros eso es infinito, pero para una máquina eso es un número finito, y, por tanto, Shannon y Alan Turing se plantearon: “Si conseguimos que una máquina juegue al ajedrez mejor que el campeón del mundo, o que juegue perfectamente, todo lo que habremos aprendido para llegar a esa meta, nos va a ser muy útil para aplicarlo a otros campos”. Por eso, lo que voy a decir ahora quizás exagere un poco si no lo digo con cuidado, voy a intentarlo. Ahora cuando vamos a la farmacia a comprar ciertos medicamentos de fabricación muy complicada, no una aspirina, sino cosas de cálculo molecular muy complicado, nos estamos beneficiando de lo que IBM investigó para conseguir construir a Deep Blue, que ganó a Kaspárov. Y recientemente, otra máquina, Alpha Zero, acaba de aprender por sí sola a jugar al ajedrez, simplemente jugando contra sí misma sin utilizar ninguna base de datos. Los millones de partidas que tengo yo, por ejemplo, en mi ordenador. No pusieron ninguna base de datos, le enseñaron a la máquina las reglas básicas, la máquina jugó millones de partidas contra sí misma y así ganó por goleada a las mejores máquinas del mundo hasta ese momento. Ahora la gran pregunta es, ¿dentro de pocos años van a conseguir aplicar lo que han conseguido con esa máquina, por ejemplo, a la investigación contra el cáncer? Porque si consiguen eso, claro, el ajedrez volverá a ser utilísimo.
Pero si me preguntas quién ha hecho más por el ajedrez, yo diría Garri Kaspárov, porque ha tenido muy claro que su objetivo en la vida, como ajedrecista, no solamente era ser el campeón del mundo, no solo era intentar ser el mejor jugador de la historia, sino era y es, porque lo sigue haciendo, difundir el ajedrez al máximo. Ahí nos estamos beneficiando de que Kaspárov es, en cierto modo, un megalómano, alguien que, por la educación que recibió de su madre, está convencidísimo de que su misión en la vida es hacer cosas grandiosas. Esto lo entendí en una entrevista que le hice a su madre en la Navidad de 1985 para El País Semanal. El periódico me mandó a Moscú a entrevistar a las madres de Kárpov y Kaspárov, mes y medio después de que Kaspárov se convirtiese en el campeón del mundo más joven de la historia. Las dos madres son como el blanco y el negro: la madre de Kárpov es como la típica abuela rusa, encantadora, supercariñosa… Y la madre de Kaspárov es, quizás, la persona más dura que yo he conocido en mi vida. Y entonces, en un momento de la entrevista que yo estaba grabando, pienso, mientras ella contesta, que esta mujer está elevando tanto el tono de la conversación que lo está llevando a un nivel casi místico, que me parece demasiado alto para los lectores normales de El País Semanal. Entonces tengo que bajar el tono de la conversación. Y cuando termina de responderme esa pregunta le digo: “Klara Shagenovna, dígame, por favor, ¿a qué dedica usted su tiempo libre?”, y me mira como si la hubiera insultado gravemente. Y dice: “¿Tiempo libre? Usted no entiende nada. Mire, ser siempre el número uno es sumamente difícil, y, por tanto, vivir por el placer de vivir es algo que ni mi hijo ni yo comprendemos”. En ese momento me di cuenta de que la envidia que yo pudiera tener de Kaspárov se me había borrado de cuajo. Yo no quería ser el hijo de esa madre. Pero si lo vemos desde el punto de vista del beneficio de la humanidad, y del ajedrez en concreto, pues necesitamos personajes como Kaspárov. No solo por el ajedrez, ahora su gran objetivo actual ya sabes cuál es, ¿no? Nada menos que destronar a Vladimir Putin como presidente de Rusia. Échale hilo.
Voy a explicaros dos ejemplos que creo que puede entender absolutamente todo el mundo, aunque no tenga ni idea de ajedrez. Para eso, el equipo de esta serie ha preparado un tablero mural, que es el mismo que yo utilizo en la serie El rincón de los inmortales; por cierto, muestro mi agradecimiento a la Federación Madrileña de Ajedrez que es la propietaria de este tablero y que nos lo ha dejado a el diario El País. Bien, lo que tenéis que saber para entender esto son básicamente tres cosas muy sencillas: primera, los peones van hacia adelante, cada uno por su columna. Por tanto, estos peones blancos van hacia arriba. Están en la quinta fila y van hacia la octava, y estos peones negros van hacia la primera fila. Bien, lo segundo es que cuando un peón llega al lado contrario, el blanco a la octava fila o el negro a la primera fila, recibe un premio maravilloso, porque se puede convertir en la pieza que quiera el jugador. Generalmente en la dama, que es la pieza más poderosa, en cuanto a sus movimientos, del tablero. Entonces, claro, eso cambia por completo la partida, porque si un peón, que vale 1 punto, se convierte en la dama, que vale 10, eso cambia mucho la partida. Bien, y luego los reyes pueden mover una casilla en cualquier dirección, de uno en uno en la dirección que quieran, pero en este caso, los reyes están en el tablero simplemente como un objeto decorativo. No os fijéis para nada en los reyes. Están porque en una posición de ajedrez tiene que haber por obligación, por reglamento, tienen que estar siempre los reyes. Pero en este caso no van a intervenir en el juego para nada. Solamente nos vamos a fijar en esos seis peones, tres blancos y tres negros.
El objetivo, como las blancas tienen ventaja porque están más cerca de la casilla de coronación en dama, tardarían mucho menos tiempo en llegar a la octava fila que los peones negros en llegar a la primera, moviendo de uno en uno. Pues entonces, el objetivo es ese. ¿Cómo pueden conseguir el objetivo?. Aparentemente es imposible. Si utilizamos un pensamiento racional, normal, este problema no tiene solución. ¿Por qué? No sé, hago una prueba. Avanzo este peón. Bueno, se me ha olvidado decir una cuarta cosa: los peones comen en diagonal, avanzan recto, pero comen en diagonal. No comen en recto. Entonces, si yo avanzo este peón, entonces las negras se comen el peón en diagonal de esta manera. Las blancas se comen el peón en diagonal también de esta manera. Les toca jugar a las negras, por ejemplo, hacen esto y aquí no hemos progresado nada. Esto no tiene solución. Bueno, volvemos a atrás. Me voy a ahorrar explicaros qué pasa si hacemos lo mismo empezando por el otro lado. Pasa exactamente lo mismo, solo que simétricamente por el otro lado.
Y aquí es donde entra el pensamiento lateral, o pensamiento divergente, que es muy útil en ajedrez y es muy útil en la vida real. Aquí tenemos que soltar la imaginación. Un ajedrecista durante una partida se hace un montón de veces la pregunta “¿y si…?”. “¿Y si este caballo no estuviera aquí”, “¿Y si yo tuviera la dama allá?”, “¿Y si…?”… Y eso es lo que nos hace pensar lateralmente, algo muy útil, insisto, en la vida real. Entonces, pensemos lateralmente, demos rienda suelta a la imaginación. Si los peones que están en A7 y C7; o sea, de los tres peones negros, el de la izquierda y el de la derecha, de pronto no estuvieran, entonces el único peón que estaría parando la marcha del peón blanco de A5, o el de C5, hacia la coronación sería el único peón negro que quedaría en el tablero, que sería el de B7. Bien, vamos a darle una vuelta a eso y, entonces, llegamos a la solución. Si yo juego primero el peón del centro, B6, las negras tienen dos maneras de capturarlo. Claro, estoy amenazando con comerme uno de los peones negros y a la siguiente corono dama, o sea, que tienen que comerme ese peón por obligación, sí o sí. Supongamos que comen de esta forma, el peón de A7 se come al peón de B6. Y ahora, empezamos a ver el truco. ¿Cuál es el único peón que está impidiendo que este blanco de A5 llegue a la octava fila? El único que lo impide, porque le toca jugar a las blancas, es el de B7. Si yo ahora lo avanzo me lo van a comer. Pero me queda otro peón, que es el soldado de infantería que se va a sacrificar en beneficio de su compañero. Avanzo este peón, estoy amenazando con comerme el de B7, luego no hay más remedio que comérselo, y ahora tengo el camino expedito para coronar el peón de A5. Y lo que parecía imposible, de pronto se ha hecho magia y ahora es posible. Huelga decir que si lo hacemos al revés pasa exactamente lo mismo, pero por el otro lado. Si contra B6, las negras se la comen con otro peón, entonces utilizo a este de A5 como soldado de infantería que se sacrifica en beneficio de su compañero, y, cuando se lo comen, tenemos el camino libre para que el peón, que ahora está en C6, se convierta en dama.
¿Es magia? No, no es magia. Es pensamiento lateral. Parecía imposible, pero es una solución real. Bien, vamos a poner algo, para mí, todavía más impresionante que esto que os acabo de explicar e igual de fácil de comprender. Ahora solo tenemos rey y peón contra rey y peón. El peón blanco va hacia arriba, el peón negro va hacia abajo. Acordaos de que los reyes pueden mover de uno en uno en cualquier dirección. Bueno, si nos planteamos esto, aquí sí que vais a decir que ni magia ni leches. Esto es directamente imposible. O sea, la solución es que las blancas no pierden; que las blancas consigan hacer tablas en esta partida. Y no hace falta entender de ajedrez para llegar a la conclusión lógica de que es imposible que las blancas no pierdan. Pero cómo no van a perder si este rey no puede alcanzar jamás a ese peón, aunque les toque jugar a las blancas. Yo muevo el rey una casilla, el peón se mueve hacia abajo una casilla, el rey vuelve a moverse una casilla y el peón otra casilla… Es imposible que lo coja. Alguien dirá: “bueno, sí, pero en el tablero también hay un peón blanco y un rey negro. Entonces, tal vez, el rey podría llegar a apoyar a su peón para que corone en dama”. No, porque cómo va a hacer eso si el rey negro está solo a dos pasos de comérselo y el rey blanco necesita cuatro jugadas para llegar a una de estas casillas que defenderían al peón. Es imposible.
No es imposible. Una vez más, pensamiento lateral, pensamiento divergente. Y, además, aquí está lo que podríamos llamar la geometría mágica del tablero, que en una clase de geometría un profesor de matemáticas puede usar de manera muy útil porque, fijaos: ¿el camino mejor y más corto es siempre la línea recta? No necesariamente en geometría. Por ejemplo, si este rey blanco quiere llegar de H8 a H2 y lo hace de manera vertical, tarda 6 movimientos. Uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis. Seis movimientos para llegar de H8 a H2. Pero si lo hace en diagonal tarda uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis. ¡Ah, magia! Resulta que uniendo dos diagonales, tarda lo mismo que por la línea recta, y esa es la clave de la solución. Porque el primer movimiento no es el rey en H7 persiguiendo en línea recta al peón, sino rey a G7. Entonces, el peón negro avanza a H4, pero entonces el rey hace otra vez el gesto de acercarse al peón negro, pero si este sigue avanzando, entonces, de pronto, el rey blanco cambia de plan. Ahora deja de perseguir al peón negro y se va a apoyar al peón blanco. Y ahora está a solo una casilla de defender al peón blanco si el rey negro lo ataca. Si ahora, por ejemplo, sigue avanzando el peón, el peón blanco también avanza, el peón negro corona en dama, el peón blanco también corona en dama y, en una posición de dama y rey contra dama y rey, eso son tablas técnicas. O sea, jugadores que no sean totalmente principiantes no se van a dejar capturar la dama y eso no se puede ganar, siempre acaba en tablas. Bien, ¿las negras podrían, en vez de avanzar todo el rato el peón, atacar al peón blanco? Sí, pero el problema es que el rey blanco lo defiende y ya no se lo puede comer. Entonces, estamos igual que antes. El peón negro corona, pero el peón blanco corona.
Parecía imposible, pero hay una solución que no tiene ningún truco. Parece magia, pero no es magia, es pensamiento lateral. Esto es como la millonésima parte de la belleza que se puede crear con el ajedrez. Esta es una parte pequeñísima, una fracción milimétrica de la cantidad de belleza enorme. Imaginaos, si supierais jugar al ajedrez por completo, lo que disfrutaríais en partidas donde, por ejemplo, se sacrifica la dama para conseguir dar jaque mate. Claro, cuando uno sacrifica su dama está perdiendo su pieza más valiosa. Por eso decía que esas partidas tan bellas producen en el aficionado la misma sensación que la Novena de Beethoven en un aficionado a la música.
Yo subrayaría dos ideas en este punto. Dos ideas que me parecen muy importantes. Primero, ¿por qué pensar ya no está de moda? Resulta que, para muchos de nuestros niños, cuando ven a otro niño o niña que se dedica, o que le gusta mucho, algo que implica pensar mucho, lo ven como a un friki, como a alguien raro. Claro, eso probablemente lo han aprendido en su casa, porque sus padres piensan lo mismo. O sea, piensan que los que piensan son gente muy rara. Estamos llegando a un punto bastante preocupante en esto. Entonces, ¿qué ocurre? El ajedrez demuestra, pero no solo el ajedrez, tropecientas cosas más, hablo de la que mejor conozco. El ajedrez demuestra que pensar puede ser muy divertido y, además, te desarrolla como ser humano y te hace ser más útil para los demás. Entonces, démosle una vuelta a esto y pensemos, cada uno de nosotros, qué podemos hacer para que pensar esté de moda y no marginemos a quien se dedique a pensar de la manera que sea.
La segunda idea es, y esto lo voy a decir aplicándolo a España, pero creo que sirve para la inmensa mayoría de los países del mundo, por desgracia. En un país como España, donde las necesidades básicas de la población están casi garantizadas para el 100% de sus habitantes; estoy pensando en comer todos los días, en tener un techo donde cobijarte, en tener una asistencia sanitaria básica… Eso está casi garantizado para casi toda la población. Entonces, en esa situación, ¿cuántas cosas puede haber más importantes que una educación de alta calidad y adaptada al siglo XXI? Pero resulta que cuando el CIS, el Centro de Investigaciones Sociológicas, hace encuestas de cuál es la percepción de los principales problemas de España, la educación suele aparecer en el puesto vigésimo o vigésimo segundo. Por muy importantes que sean los otros problemas que tiene España, que no lo dudo que lo sean, pero ¿realmente hay 20 cosas más importantes que mejorar la educación en este país? Hagamos algo. Hagamos algo para influir, cada uno en la medida que pueda, en que eso no puede ser. En que tiene que haber muy pocas cosas más importantes que una buena educación, y más todavía en un mundo como este que, está cambiando a tal velocidad, que pocos sectores de la civilización humana necesitan un cambio, una revolución y una mejora más que la educación. Por tanto, retomando la idea inicial, vosotros pertenecéis a esa parte de la sociedad que puede hacer mucho por eso. Entonces vamos a remar juntos en una misma dirección, a ver si, como decía mi amiga Mar Romera, conseguimos un mundo mejor. Muchas gracias.